Fifa... ¿Dónde?

Hablemos de fútbol. Si hay algo en este país de lo que todos entendemos, es de fútbol. Que si sobra el doble pivote, que si Neymar es un piscinero y Bale un timo por venir lesionado… Estas cosas. A mí, he de admitir, no me interesa demasiado. Suelo ver algún partido cuando el horario me lo permite y disfruto de mundiales y eurocopas con la selección, pero sin fanatismos ni sufrimientos ante las derrotas. Lo veo como una forma más de invertir —o perder, según se vea— el tiempo. Un entretenimiento más como otro cualquiera. Sin ir más allá, prefiero la NBA, a pesar de que mis Sacramento Kings llevan ya varios años de peregrinación por el desierto. Ya vendrán tiempos mejores, supongo.

Aquí el culpable junto a mi querida SP.

Peroratas deportivas aparte, estoy aquí para hablar del que para mí es el peor juego de fútbol jamás concebido y sacado al mercado. Me refiero al Fifa 98: Road to World Cup, de Gameboy. No recuerdo con exactitud si lo compré el mismo año del mundial, uno después o uno antes, pero probablemente lo hiciera en el 98, movido por la pasión de la cita en Francia donde, por cierto, España hizo un ridículo espantoso. Cagada de Zubizarreta aparte. El cartucho nos plantea un estilo de juego con la perspectiva de los antiguos Fifas de sobremesa de, por ejemplo, Super Nintendo. Pero, maldita sea, empobreciendo en todos los aspectos el resultado, que en esos momentos tampoco era para echar cohetes. El juego no dispone de licencias, por lo que los nombres de los jugadores son inventados. Partimos de ahí. Por no tener, no tiene ni sonido durante el partido. Algún pitido aleatorio, el golpeo de la red cuando metemos gol y un chirrido molesto durante el resto del partido. Pero no acaban las desgracias en este punto, porque la jugabilidad es como para tirarse desde un undécimo piso. Es un correcalles sin sentido: todo consiste en dar patadones sin sentido hacia adelante hasta llegar a una esquina del área desde donde siempre la pelota acaba en las mallas. Es más, creo que es la única forma de marcar. En cualquier otro punto, siempre llega el portero. También cuando disparamos a bocajarro. Ni el mejor Casillas, oye. Otra cosa terrible es que no podremos asociarnos con otros compañeros ni hacer jugada alguna, porque es sencillamente imposible. Tampoco hay faltas. Tenemos vía libre para hacer las segadas que nos apetezca sin preocuparnos. Luego, ya sabéis, patadón hacia adelante y a buscar la esquina apropiada. Un desastre.

No se ve muy bien, pero se puede intuir...

Sé que hay infinidad de juegos de fútbol y quizá haya alguno por debajo —lo dudo bastante—, pero éste es el peor que yo he jugado y visto. Si se van a hacer las cosas mal a propósito, no se consigue algo tan nefasto. Creo que son las dos mil pesetas peores invertidas de mi vida. Menos mal que también he tenido numerosos aciertos que adornan mi estantería jugona.

Al menos las instrucciones eran bonitas...

Hasta la próxima. Un saludo, retroconsoleros.